viernes, 14 de agosto de 2009

TELETECHO


No se que hora es, pero creo que es tiempo de descansar el cuerpo, apago toda la iluminación existente y me tumbo en la cama, miro ese infinito oscuro y profundo del techo de mi habitación y enciendo su tele. Aquí no hay concursos de preguntas absurdas y otras imposibles que presentadores desconocen, ni debates inservibles en donde tan solo eres capaz de captar la elevación del volumen de sus voces, tampoco hay entrometimientos en vidas ajenas y las cuales no interesan en absoluto, son como cualquier otra, los mismos problemas de los de tu vecina de enfrente, del de las dos calles mas arriba, ¿o acaso lo queréis ver para justificaros vuestra propia vida?¿acaso os da morbo la intimidad personal? Seguro. No hay anuncios para que gastes todo tu dinero en objetos innecesarios e interminables como los anuncios, haciéndote cambiar de cadena, ver todas las que puedes captar y al final no poder decir nada de lo que has visto. Triste. Jamás habrá horas que te parecerán que se han repetido porque has estado mirando durante horas las mismas imágenes, no hay cuchillos que pueden cortar zapatos y después un tomate, ni aparatos de obsesiones tan vivas como las palabras para que te sientas peor con tu cuerpo.
La televisión de mi techo es muy diferente a la del resto de las televisiones que se encuentran en cada salón y también diferente a la del resto de televisores de cada techo, en cada techo el canal es distinto a los del resto, según las preocupaciones del día.
Hoy en Teletecho echan los remordimientos de un asesino, un amanecer imposible, el estrechamiento de dos manos hoy separadas por la distancia, la cabeza de un toro, la discusión de dos amigos, la escena de un perro ahorcado junto a los malos pensamientos de su ejecutor, la auto culpabilidad de un joven conductor de dieciocho años tras morir uno de sus amigos en un accidente en el que él conducía, la imposibilidad de llegar a fin de mes, un teléfono que nunca sonó y que tal vez nunca sonará, la desertización de los bosques de una localidad determinada del alma, la mirada de alguien que no desea vivir como lo hace, unas manos temblorosas que sujetan una katana ensangrentada, los arañazos de un político encerrado en un zulo, el rincón de un árbol que a nacido solo, sin compañía, el mechero alocado de un pirómano, las lágrimas de la mujer de un torero, los ojos de alguien que busca la luna y no la encuentra, las esponjosas olas de los mares celestes que aniquilan todas las estrellas del manto, el sufrimiento del príncipe de la bella durmiente porque nunca despertó, todo fue un cuento, el humo errante de un cigarro que se consume incansablemente.
Así que aquellos que os entretenéis en la televisión que esta en vuestro salón, a esos a los que no les importa que las conversaciones se acaben,miraros a vosotros, mirar en el infinito y oscuro techo de vuestra habitación, encender su televisor y ya me contáis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario